domingo, 18 de mayo de 2014

Abrir los ojos.




Necesito que dejes de mirarme así. Porque si sigues haciéndolo, si sigues iluminándote de esa manera cuando me tienes delante voy a dejarlo todo para irme contigo. Y ambos sabemos que no es lo que quieres. Ambos sabemos que jamás funcionaría. Porque todo lo que conoces de mí lo has leído en los lunares de mi espalda. Todo lo que has visto no son más que las huellas de lo que he vivido. No sabes nada de las tiritas que mantienen a salvo mi corazón. No reconoces mis miedos, ni mis sueños. No sabes que cada vez que me miras es como nacer de nuevo y ver la luz del sol por primera vez. No adivinarías jamás las ganas que tengo de rozar tu mano con la mía cada vez que nos cruzamos. No eres capaz de entender que desde el momento en que elegí quererte lo hice sabiendo que sería para siempre. Por eso necesito que dejes de mirarme así. Si no vas a quererme como me merezco, si no vas a ahogarte en mi interior hasta arreglarme, cierra tus ojos para mí. Cierra tus ojos y deja de besar cada curva de mi cuerpo desde lejos. Cierra tus ojos y deja que abra los míos.



domingo, 22 de diciembre de 2013

He soñado.


He soñado que venías a buscarme; me cogías de la mano como siempre.  Sonreías como un niño en vacaciones. Dibujabas corazones en mi vientre.  He soñado que escarbabas en mi alma, intentando sonsacarme un sentimiento. Cocinando a fuego lento las palabras. A sabiendas de cómo acababa el cuento.  He soñado que hacías puenting en mis labios, sin arneses, cuerdas o siquiera un casco. Empujándome al abismo de tus brazos. Avanzando lentamente hacia mis manos. He soñado que eras tú con tu mirada; con tus dedos tocando mi melodía. Arañando un “no te vayas” en mi almohada. Componiendo pentagramas de caricias.


jueves, 19 de diciembre de 2013

Volver a empezar.


Me perdí por el camino. Quise volver pero no supe cómo hacerlo. No supe si tú me estarías esperando. Y era peor el miedo hacia el vacío de tu presencia que el miedo a encontrarte.
Quise seguir caminando; escuchando el sonido que hacen tus manos mientras dibujas futuros; sintiendo tus cuerdas vocales susurrando un te quiero en mi oído. 
Supe que apenas faltaba un segundo para encontrarnos de nuevo. Y sentí mil mariposas revoloteando en mi ombligo. 
Nos miramos y no me reconociste. No era a mí a quién esperabas, sino a la que un día fui. Pero tu amor hacia mí, que siempre fue inmensamente grande, te hizo abrirme los brazos diciendo:
- Ven, voy a devolverte la sonrisa y los sueños.